Aquel número 17
Supongo que 17 años, unas piernas minúsculas y esa cara de chico con la mirada perdida, pero que no perdía de vista ni uno solo de los movimientos de un balón que daba la sensación de ser más grande que él, bastaron para conquistarme. Un nombre corto; Raúl, y un número a la espalda, el 17… suficientes para cambiar Riazor y el Feiraco de una camiseta blanquiazul, por el Santiago Bernabéu y el Teka morado sobre un blanco inmaculado. Interés por afición; afición por pasión.
El día que, sentada en el sillón del cuarto de estar junto a mi abuelo, vi a Raúl por primera vez, empezó mi adicción por el fútbol. Puede parecer de locos, y aunque no lo recuerdo perfectamente, ya que tenía alrededor de 9 años, estoy convencida de que mi vida empezó a girar alrededor de un balón aquella noche. Aún me pregunto por qué él, y por qué cuando aún no era nadie, cuando hacía días que Valdano le había puesto a prueba en el lugar de Butragueño… Quizás suene un poco frívolo, pero aquellas noches en las que me empecé a aprender de memoria los movimientos del 17 blanco sobre un terreno de juego, cambiaron gran parte de mi vida.
Desde entonces he seguido de cerca la evolución de ese chico que, con el paso del tiempo se hizo grande y perdió el 1 de la espalda para ser el número uno del club más importante de la historia (sí, le pese a quien le pese). Desde aquellas noches también he crecido con un balón a mi lado, que ha sido uno de mis mejores amigos durante muchos años, y también principal destinatario de las patadas producidas por mis enfados. Gracias al fútbol he vivido momentos irrepetibles en mi vida, he conocido a gente fundamental para mí a día de hoy, y he dirigido mi futuro hacia el periodismo deportivo; siempre teniendo como referente al gran capitán blanco… Hay muchos más factores que han influido, por supuesto, pero el número 7, o el 17, siempre serán especiales. Respeto a sus detractores, pero no comparto su opinión… para mí, Raúl siempre será el más grande, quizás porque me resulta imposible valorarle únicamente desde el punto de vista deportivo… hablar de Raúl en mi vida es, en muchos aspectos, hablar de mi vida… podría pasarme días escribiendo sobre él…
El día que, sentada en el sillón del cuarto de estar junto a mi abuelo, vi a Raúl por primera vez, empezó mi adicción por el fútbol. Puede parecer de locos, y aunque no lo recuerdo perfectamente, ya que tenía alrededor de 9 años, estoy convencida de que mi vida empezó a girar alrededor de un balón aquella noche. Aún me pregunto por qué él, y por qué cuando aún no era nadie, cuando hacía días que Valdano le había puesto a prueba en el lugar de Butragueño… Quizás suene un poco frívolo, pero aquellas noches en las que me empecé a aprender de memoria los movimientos del 17 blanco sobre un terreno de juego, cambiaron gran parte de mi vida.
Desde entonces he seguido de cerca la evolución de ese chico que, con el paso del tiempo se hizo grande y perdió el 1 de la espalda para ser el número uno del club más importante de la historia (sí, le pese a quien le pese). Desde aquellas noches también he crecido con un balón a mi lado, que ha sido uno de mis mejores amigos durante muchos años, y también principal destinatario de las patadas producidas por mis enfados. Gracias al fútbol he vivido momentos irrepetibles en mi vida, he conocido a gente fundamental para mí a día de hoy, y he dirigido mi futuro hacia el periodismo deportivo; siempre teniendo como referente al gran capitán blanco… Hay muchos más factores que han influido, por supuesto, pero el número 7, o el 17, siempre serán especiales. Respeto a sus detractores, pero no comparto su opinión… para mí, Raúl siempre será el más grande, quizás porque me resulta imposible valorarle únicamente desde el punto de vista deportivo… hablar de Raúl en mi vida es, en muchos aspectos, hablar de mi vida… podría pasarme días escribiendo sobre él…
el penalty de la semana: "Hoy por hoy somos el equipo referente en Segovia, le pese a quien le pese" (José Soriano, presidente de la Gimnástica Segoviana... y se quedó tan pancho...)